INFORME UNESCO COVID-19 AND AID TO EDUCATION

El jueves 9 de julio, UNESCO publicó un nuevo informe de políticas que aborda cómo la COVID-19 constituye una grave amenaza para la recuperación de la ayuda oficial al desarrollo (AOD) destinada a educación. El principal titular de este estudio, elaborado por el equipo responsable del Informe de Seguimiento de la Educación (GEM Report), es la previsión de que, tras la crisis de la COVID-19, se tardarán seis años en que la AOD destinada a educación recupere los niveles de 2018.

El informe analiza la evolución de la AOD en los últimos quince años, centrándose especialmente en la AOD destinada a educación, que ya se redujo tras la crisis económica de 2008 y que, tras varios años de estancamiento, parecía estar empezando a recuperarse. En cuanto al conjunto de la AOD, en 2019 se incrementó en un 1% con respecto al año anterior, aunque tan solo cinco países [1] del CAD han cumplido con el objetivo de invertir el 0,7% de su renta nacional bruta (RNB) en AOD. Hablando concretamente de AOD en educación, ésta había empezado a recuperarse y en 2018 alcanzó una cifra récord (15.600 millones de dólares), que supone un incremento del 29% desde 2012 y por fin sitúa a la educación en la misma tendencia al alza que el conjunto de la ayuda. Los principales países donantes en educación son Australia, Canadá, Francia, Alemania, Japón, Países Bajos, Noruega, Emiratos Árabes, Reino Unido y Estados Unidos, que conjuntamente han aportado el 85% de los fondos para educación en los últimos diez años.

Sin embargo, si nos centramos en la educación básica, los datos no son tan alentadores, y su ritmo de crecimiento sigue siendo inferior al del conjunto de la ayuda; además, el aumento en este ámbito concreto en 2018 se debe principalmente a los fondos que dos países, Arabia Saudí y Emiratos Árabes, han canalizado en concepto de apoyo presupuestario a Yemen. En el África subsahariana, los principales donantes de educación básica son Estados Unidos y el Banco Mundial.

La crisis de la COVID-19 amenaza con detener e incluso revertir esta tendencia al alza, como ya ocurrió tras el shock económico de 2008. Si bien a corto plazo los donantes están destinando fondos adicionales [2] para contribuir a que los países en desarrollo puedan hacer frente a la crisis, los impactos de la COVID-19 en sus propias economías presumiblemente reducirán la financiación disponible para AOD, precisamente cuando es más necesaria: según el informe GEM, para que los países de renta baja y media-baja puedan garantizar un año de educación pre-escolar, educación primaria universal y la finalización del primer ciclo de educación secundaria, serían necesarios 39.000 millones de dólares anuales adicionales entre 2015 y 2030, lo cual implicaría multiplicar por seis el actual nivel de ayuda para educación básica y secundaria en esos países. Por otro lado, cabe esperar que un gran porcentaje de la AOD en esta etapa post-COVID se destine al ámbito sanitario, de manera que otros sectores como la educación pueden perder relevancia.

A modo de conclusión, el informe de UNESCO señala que las políticas de los donantes en los próximos doce meses serán claves, y plantea tres recomendaciones. La primera es la necesidad de proteger el porcentaje del total de AOD destinada a educación, defendiendo la importancia de la educación como un bien público y un elemento clave de la recuperación frente a la crisis. En segundo lugar, el documento señala que los países en desarrollo necesitarán fondos adicionales para hacer frente a la emergencia educativa provocada por la COVID-19, y destaca la importancia de que los donantes sean flexibles a la hora de adaptar sus actuales programas al nuevo escenario. Por último, la dificultad a la hora de poner en marcha los tradicionales programas de ayuda bilateral se presenta como una oportunidad para reforzar las inversiones de los donantes en fondos multilaterales como la Alianza Mundial por la Educación (AME), cuyo proceso de reposición de fondos comenzará en los próximos meses.

No cabe duda de que la COVID-19 y sus impactos nos han puesto frente a un escenario que pone en riesgo la tímida recuperación de los avances en términos de desarrollo en los últimos años, y plantean una situación especialmente difícil en el ámbito educativo. No obstante, desde la CME consideramos que toda crisis puede ser una oportunidad de transformación, y que los retos que ha puesto de manifiesto esta crisis pueden darnos el impulso necesario para avanzar hacia una educación equitativa, inclusiva y de calidad. Sin embargo, para ello es fundamental que la educación ocupe el lugar prioritario que merece en la agenda política, y que esa relevancia se vea respaldada por los fondos necesarios para no dejar a nadie atrás.

[1] Dinamarca, Luxemburgo, Noruega, Suecia y Reino Unido
[2] Por ejemplo, la Alianza Mundial por la Educación (AME) ha creado un fondo especial dotado con 509 millones de dólares para financiar los planes de respuesta y recuperación frente a la COVID-19 en el ámbito educativo.