Los beneficios de garantizar el acceso a la educación durante las crisis son incalculables

Cada 19 de agosto, conmemoramos el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la importancia de la ayuda humanitaria en situaciones de emergencia. Este año, queremos hacer hincapié en un aspecto fundamental que, a menudo, no recibe la atención que merece: la educación en contextos de crisis.

En medio de la incertidumbre que caracterizan a las emergencias humanitarias, la educación no solo es un derecho básico, sino una herramienta poderosa para construir un futuro más seguro y próspero para las generaciones más jóvenes.

La Educación en Emergencia es una forma de protección que mantiene a los niños y niñas a salvo de los peligros que los rodean, como el reclutamiento forzado, la violencia, y la explotación. Las aulas se convierten en refugios, no solo físicos sino emocionales, donde la infancia pueden encontrar un sentido de normalidad y seguridad en medio de la adversidad. En estos espacios, se les proporciona no solo educación académica, sino también apoyo psicosocial, ayudándolos a superar los traumas asociados a los conflictos o desastres naturales.

Además de proteger, la educación en emergencias es un catalizador de resiliencia. A través del acceso continuo a la enseñanza, los niños y niñas no solo mantienen vivas sus esperanzas de un futuro mejor, sino que también adquieren las habilidades necesarias para reconstruir sus vidas y sus comunidades cuando la crisis haya pasado. En este sentido, la educación es una inversión en la paz y la estabilidad a largo plazo, proporcionando a las sociedades los cimientos sobre los cuales pueden levantarse nuevamente.

Por eso, en el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, desde la CME reiteramos nuestro compromiso en exigir el acceso a la educación como una parte esencial de la respuesta humanitaria. Reconocemos que, aunque los desafíos son inmensos, los beneficios de garantizar el acceso a la educación durante las crisis son incalculables. No se trata solo de salvar vidas en el presente, sino de sembrar las semillas para un futuro donde la paz y el desarrollo sean posibles para todos.