5 de octubre Día del Docente, Un homenaje a nuestros profesores y profesoras

Decía el escritor Miguel Delibes que “formar a los niños debe ser un sucesivo despertar de curiosidades que luego, a lo largo de la vida, se irán saciando con la lectura y la experiencia”. Hoy, Día Mundial de los Docentes, me ha venido a la cabeza esta frase porque creo que resume de forma muy certera el papel que los y las docentes juegan en nuestras vidas y en nuestra sociedad.  Más allá de la transmisión de conocimientos, de herramientas e incluso de valores, los profesores son esas personas que tienen (o deben tener al menos) la capacidad de despertar nuestras curiosidades o, lo que es lo mismo, guiarnos en nuestro descubrimiento de la vida. No es una tarea fácil y conlleva una enorme responsabilidad porque, al fin y al cabo, los docentes trabajan con un material tan frágil como valioso: las personas. Personas que cada día les sitúan ante un reto distinto, a nivel académico por supuesto, pero también en el ámbito personal y emocional. Y parece que, en los últimos tiempos, la sociedad (nosotros y nosotras) nos estamos empeñando en añadirle obstáculos a esta tarea: según una encuesta reciente, el 90% del profesorado en España reconoce haber convivido con algún tipo de violencia en su centro escolar, incluyendo casos de acoso e incluso agresiones físicas, y señalan una “progresiva pérdida de reconocimiento social”.

Más allá de nuestras fronteras, los problemas son (de momento) otros. Si bien en los últimos años se han logrado importantes avances a nivel mundial en términos de acceso a la educación, ahora el reto es garantizar que esa educación sea de calidad, lo cual implica, entre otras cosas, que los niños y niñas adquieran al menos las competencias básicas de lectura y escritura, algo que ahora mismo no está ocurriendo: según los datos de UNESCO, 617 millones de niños, niñas y adolescentes de todo el mundo (más de la mitad) no alcanzan el nivel mínimo de competencias numéricas y lectoras; este problema afecta especialmente a determinadas zonas del mundo como por ejemplo el África Subsahariana, donde el 87% de los niños y niñas de primaria no adquieren el nivel mínimo de competencias lectoras. No son cifras casuales, sobre todo si tenemos en cuenta esta otra: sólo el 64% de los docentes del África Subsahariana han recibido la formación adecuada, frente al 85% a nivel mundial. Además de la falta de cualificación y los bajos salarios, el desempeño de los profesores y profesoras de los países en desarrollo se ve también afectado por el hacinamiento en las aulas, que llega a los 38 alumnos por docente de primaria en el África Subsahariana.

Parece claro que los y las docentes son un elemento esencial si de verdad queremos cumplir con el ODS4. De hecho, el Instituto de Estadística de la UNESCO estima que se necesitarán 69 millones de docentes para lograr la universalización de la enseñanza primaria y secundaria de aquí a 2030. Sin embargo, tal y como recoge la meta 4.c del ODS4,[1]  es imprescindible que estos docentes estén no sólo cualificados, sino también motivados y bien valorados. Y eso requiere no sólo que tanto los países en desarrollo como los países desarrollados asignen recursos suficientes (que también), sino sobre todo de una profunda reflexión colectiva sobre el papel y el valor de la profesión docente.

Porque, ¿quién no recuerda a ese profesor que le marcó durante la infancia y adolescencia? Ése que le abrió los ojos al mundo, a otras realidades, a las desigualdades, a las injusticias y a lo que hacemos las personas para enfrentarlas. Ése que despertó sus curiosidades. Yo lo recuerdo, y seguramente la mayoría de los lectores y lectoras también. Entonces, ¿por qué nuestra sociedad no siempre da a esta profesión y a quienes la ejercen el valor que merecen? Por eso, en este Día Mundial de los Docentes, desde la Campaña Mundial por la Educación queremos rendirles homenaje, reivindicar su labor y, sobre todo, darles las GRACIAS por tanto.

 

Por Cristina Álvarez, Coordinadora de la Campaña Mundial por la Educación España.