Día Internacional de la Niña: “Estos libros son mi futuro”

Eso fue lo que Muzoon Almellehan contestó a su padre cuando éste le preguntó sobre la maleta cargada de libros que  constituía su único equipaje cuando tuvieron que huir de Siria a causa de la guerra. Entonces, Muzoon tenía tan sólo catorce años; ahora, seis años después, se ha convertido en una incansable activista del derecho a la educación, especialmente de los niños y niñas refugiados, y el año pasado fue nombrada Embajadora de Buena Voluntad de UNICEF (la más joven hasta ahora y la primera persona refugiada en lograrlo).

Lamentablemente, su caso es excepcional. Y no porque no existan más niñas como ella, con el firme deseo de ejercer su derecho a recibir una educación y capacidades para hacerlo, y así poder contribuir a mejorar el mundo en el que viven. Simplemente no se les da la oportunidad. En la actualidad, situaciones de violencia como el conflicto sirio siguen negando el derecho a la educación a millones de niñas de todo el mundo.  Los conflictos armados no son la única razón. Existen distintos tipos de violencia que actualmente privan a millones de niñas de todo el de su derecho a la educación: además de los 34,2 millones de niñas y mujeres refugiadas o desplazadas, 240 millones de niñas ven amenazada su vida por la violencia; 150 más de 200 millones han sufrido mutilación genital femenina, y 12 millones son obligadas a casarse siendo menores de edad.

No todo son malas noticias, ya que en los últimos quince años se han logrado considerables avances en la paridad educativa. No obstante, queda mucho por hacer. Todavía sigue existiendo una importante brecha en la educación primaria (hay cinco millones más de niñas que de niños sin escolarizar en esa franja de edad)[1] y, sobre todo, hay enormes diferencias entre las distintas regiones y países. Por ejemplo, el África subsahariana concentra la disparidad en el acceso a la educación primaria y hay, de media, 93 niñas matriculadas en primaria por cada 100 niños. Incluso dentro de los distintos continentes, las cifras globales suavizan realidades muy extremas como la de Afganistán, donde apenas hay 80 niñas por cada 100 niños matriculados en primaria. También existe una relación directamente proporcional entre el nivel de renta de los países y las personas y los índices de finalización de los estudios de las niñas y adolescentes: en países de renta baja, sólo completaron el segundo ciclo de educación secundaria 66 mujeres por cada 100 hombres; en estos países, sólo el 2% de las mujeres más pobres finalizaron esa etapa educativa.[2]

Esta situación responde a múltiples factores que tienen que indudablemente tienen que ver con el contexto en el que viven estas niñas y adolescentes (pobreza, violencia, conflictos, desastres naturales), pero indudablemente existen factores socioculturales asociados a esta disparidad de género. Por ejemplo, las niñas y adolescentes suelen ser las responsables de realizar las tareas domésticas (cocinar, ir a buscar leña o agua) y de cuidados, lo cual impide o al menos dificulta su desarrollo académico. En situaciones de crisis, como las derivadas de desastres naturales como inundaciones y sequías, no sólo se las saca de la escuela para que puedan contribuir a los ingresos en el hogar, sino que se observa un considerable incremento de los matrimonios tempranos, debido a la incapacidad de sus familias para mantener a sus hijas económicamente durante estos períodos de crisis.

En el caso de Muzoon, su activismo comenzó porque sus compañeras de clase en el campo de refugiados de Za’atari, donde vivió durante un tiempo, abandonaban la escuela para casarse. Se trata de un círculo vicioso que es necesario romper: la violencia y la pobreza impiden a millones de niñas de todo el mundo tener acceso a una educación de calidad y/o finalizar sus estudios, condenándolas a reproducir de nuevo el ciclo de pobreza, cuando la educación es precisamente la mejor herramienta para protegerlas de estas violencias (matrimonio infantil, explotación y trata, embarazo adolescente). Hoy, en el Día mundial de la Niña, desde la Campaña Mundial por la Educación queremos invitar a la reflexión y la movilización sobre la situación de los derechos de las niñas en el mundo, y especialmente de su derecho a la educación, en la medida en que éste es la principal herramienta para empoderar a las niñas del presente, que serán las mujeres del futuro. Porque, como siempre supo Muzoon, «la educación es el arma más fuerte para afrontar todos los desafíos».

Para saber más sobre el tema, puedes consultar nuestros materiales.

[1] Global Education Monitoring Report (GEM), Gender review: meeting our commitments to gender equality in education. UNESCO, 2018, http://unesdoc.unesco.org/images/0026/002615/261593E.pdf

[2] Global Education Monitoring Report (GEM), Gender review: meeting our commitments to gender equality in education. UNESCO, 2018, http://unesdoc.unesco.org/images/0026/002615/261593E.pdf