Declaración de la Campaña Mundial por la Educación sobre la crisis de Rohingya

La Campaña Mundial por la Educación se encuentra horrorizada con los monstruosos e inhumanos actos de violencia contra la comunidad Rohingya en Myanmar. Estas atrocidades han provocado que más de seiscientas mil personas[1] (de las cuales, el 58 % son niños/as y el 60 % de las personas adultas son mujeres) huyan de sus hogares para buscar refugio en Bangladesh.

Cualquier forma de violencia y vulneración de los derechos humanos es inaceptable, y denunciamos con firmeza la negación de responsabilidad por este acto de limpieza étnica, por parte de los militares de Myanmar y el Gobierno NLD, liderado por Aung San Suu Kyi.

Elogiamos a Bangladesh por su apoyo y humanidad, abriendo sus fronteras y ofreciendo cobijo a los refugiados Rohingya, que llegaron traumatizados tras perder su sustento, sus hogares y, en algunos casos, miembros de sus familias.

La Campaña Mundial por la Educación exige un acceso humanitario sin restricciones a todas las comunidades necesitadas, y la seguridad, la protección y la coexistencia pacífica de todas las comunidades en el Estado de Rakhine. También exigimos que los miembros de la comunidad Rohingya que han tenido que huir de Myanmar, tengan el derecho a regresar, y que este regreso sea seguro, voluntario y sostenible.

En particular, la CME exige que la educación sea una parte fundamental de la respuesta humanitaria a esta crisis. La mayoría de refugiados que han huido a Bangladesh son niños, cuya resistencia frente a traumas inimaginables, puede fortalecerse si se les ofrece seguridad, estabilidad y, fundamentalmente, un entorno solidario de aprendizaje. Sin embargo, la educación es una de las áreas menos financiadas en la repuesta a la crisis de Rohingya, y la comunidad internacional debe hacer mucho más para dirigir fondos a la provisión del derecho a la educación de los niños, a pesar de las difíciles circunstancias.

No es aceptable que nuestros líderes miren para otro lado ante la crisis de refugiados de más rápido crecimiento del mundo. Por eso, apelamos a la comunidad internacional para que eleve su voz para resolver la crisis mediante la generación de presión sobre el gobierno de Myanmar para que acabe con los crímenes que se están cometiendo contra la comunidad Rohingya. Myanmar debe garantizar que se actúa contra aquellos que han perpetrado estas atrocidades, y para crear condiciones que garanticen que todos los refugiados Rohingya pueden regresar voluntariamente a su hogar de forma segura, sin miedo a nuevas persecuciones.